Entiendo la psicoterapia como una manera de transformar dolencias o sufrimientos en estados más cercanos al bienestar de las personas. Hacer terapia tiene una parte importante de ciencia; en tanto se estudia, se investiga y produce cambios en el cerebro y una parte importante de arte, en tanto está estrechamente vinculada a la imaginación, la metáfora y el devenir de la conversación con el/los pacientes.
Trabajo con adolescentes y adultos en tratamientos individuales, de pareja o de familia de acuerdo al motivo de consulta. En el caso de los niños y adolescentes suelo tener entrevistas parentales al inicio de los tratamientos y luego de acuerdo a la necesidad del paciente y familia y a la evolución. En tratamientos individuales, también dependiendo del motivo de consulta, frecuentemente trabajo con médicos u otros profesionales que estén en relación con el problema que presentan los pacientes. Asimismo, en las investigaciones clínicas la presencia y calidad de los vínculos entre las personas inciden enormemente en la evolución de muchos trastornos. En ese sentido promuevo el desarrollo vital de los mismos como marco general del bienestar.
Concibo a cada uno de mis pacientes como seres con voluntad propia, ideas, independencia y decisión que buscan una ayuda para poder potenciar esas virtudes y poder continuar con su camino.
La terapia psicológica que practico se centra en lo que les preocupa y motiva a los consultantes a solicitar un tratamiento.El objetivo lo acuerdo con los pacientes dado que nos precisamos mutuamente para poder lograr esa meta. Suelo trabajar con tareas que dinamizan el tratamiento y permiten que el trabajo dentro del consultorio se vincule con “la realidad de afuera” (como decía una antigua paciente).
Trabajar con terapia focalizada no significa definir un tiempo específico de tratamiento aunque suele ser breve. Entiendo que la terapia debe ser un habilitador para ser, hacer o pensar otras cosas relevantes para los pacientes y no necesariamente un objetivo en sí mismo. En ese sentido el tiempo es un valor y así lo concibo a lo largo del tratamiento. La libertad con la que los pacientes solicitan un turno para comenzar un tratamiento es la misma que utilizan a la hora de dirimir el cierre de la terapia. A Daniel, uno de mis primeros pacientes, lo atendí por primera vez hace más de 20 años. Ha retomado terapia a lo largo de estos años cuando sentía que debía afrontar determinadas situaciones, lo llama “chapa y pintura … tenía hijos adolescentes cuando vine por primera vez y ahora soy abuelo de la tercera nieta…”. Es un honor trabajar de lo que me apasiona y acompañar a la gente en este camino…