- Sólo estoy interesado en la serie…
- No me siento como siempre, estoy triste, desganada…
- Cada vez tengo más problemas con más gente, un compañero de trabajo me dijo que venga…
- Nunca me imaginé tener 50 y estar así…
- Hace unos meses me trataron de robar y desde ese día duermo mal…
- Hay días que estoy bárbaro y otros que soy una piltrafa…
- Siento que nadie me entiende…me siento sola…
- No quiero estar en el colegio porque siento que no estoy cómodo…
- Me pongo en blanco cuando me dan la hoja…
- Mi forma de hacer las cosas cada vez me llevan más tiempo pero si no las hago me pongo mal…
- Yo hago una vida normal pero me siento vacía…
- Siento que no puedo respirar…me ahogo…
Así es como se suele presentar una persona en una primera entrevista, con un poco de “depuración” de detalles. Cada una de estas personas está atravesando un momento de “crisis” que la motivó a pedir un turno. Los momentos de crisis tienen que ver con la pérdida de un equilibrio, de una estabilidad en nuestra visión del mundo. Algo cambia. A veces está dentro de lo esperado y, otras veces , más súbitamente. En ocasiones los cambios tienen tintes “positivos”: ascensos, viajes, embarazos, entre otros. Otros, “negativos”: separaciones, mudanzas, fallecimientos… Con tintes positivos o negativos, estas situaciones nos obligan a cambiar. A veces los cambios son “Internos”, como cada uno se relaciona con uno mismo y su desarrollo, y otras “externos”, en su relación con otras personas o situaciones.
Toda crisis genera incertidumbre que, a su vez, provoca sentimientos, ideas, impulsos para actuar de determinada forma y algunas fantasías. Muchas veces estas situaciones son interpretadas por las personas como peligrosas y generan respuestas de alarma no sólo en nuestra mente sino también en el cuerpo.
En cada una de estas situaciones es importante entender en qué parte de la crisis estamos tanto la persona que consulta como su familia y amigos. Armamos un mapa, de dónde venimos, cómo vinimos, con qué recursos y qué dificultades y hacia donde quisiéramos ir. El armado de ese mapa es YA, aún sin que nada cambie, un “hacer pie” para la incertidumbre. Estamos ordenando ese barullo que tenía en la cabeza. Ese mapa es tentativo pero orientador: podemos pensar estrategias y tácticas para llegar a ese lugar. Veremos qué se precisa para ello: el trabajo sobre ideas o emociones específicas, la activación de determinadas conductas, el desarrollo de determinados vínculos sociales…el viaje se comienza a armar, se planifica…se imaginan caminos diversos, posibles problemas y soluciones alternativas…
No es fácil, sin lugar a dudas…sin embargo, luego de la crisis, muchos pacientes hacen referencia a cómo estos momentos difíciles de transitar les permitieron tomar decisiones y orientar más activamente sus vidas.
Texto: Lic. Nicole Harf
Foto: Diego Chiari