El arte para todos
“El espectador hace el cuadro”
M. Duchamp
Desde la antigüedad, dejar huella es eminentemente humano, posiblemente para brindar información a quienes pasaran por el mismo sitio. De este modo, el uso del color y la pintura adquieren contenido comunicacional de la mano del instinto de supervivencia.
Con divergencias acerca de su definición, el arte urbano, se sitúa en un espacio público en donde la obra suele integrarse con el contexto donde esta se realiza. En sus orígenes está asociado a lo prohibido (en tanto el soporte donde se realiza no estaba autorizado) y actualmente se cuestiona si sigue siendo “arte callejero” dado que en diferentes lugares del mundo se encuentra más legalizado y reglamentado. Esto se debe a que la expresión artística conlleva una dimensión ideológica además de proveer a la ciudad de una estética. Así, algunos artistas tienen metas altruistas y muy teñidas de reclamo, burla o concientización mientras que otros hacen énfasis en el aspecto más estético, de poesía e imaginación.
Hace unos años en una pared frente a una plaza de Zaragoza se realizó un mural colectivo por el grupo Boa Mistura: “Porque sueño no estoy loco”. Luego de unos años, dicha pared se debía demoler para una nueva construcción. A través de las redes sociales la comuna tomó noticia de la importancia que tenía ese mural para la comunidad y se propuso realizar un festival en donde las personas pudieran llevarse un pedacito del muro. De este modo, el arte urbano traza puentes entre lo individual y lo comunitario; lo público y lo privado.
Desde el punto de vista de la planificación urbana, el arte urbano colabora como medio para la renovación de la apariencia visual de zonas marginales en algunas ciudades. Chevalier (1) hace referencia a la conexión entre el aspecto visual de un barrio y la salud de sus residentes, poniendo especial énfasis en la percepción individual y colectiva de la ciudad o barrio como unidad. Esto favorece la apropiación de los sujetos en el entramado comunitario promoviendo el protagonismo en la vida colectiva de la ciudad o barrio.
Grace Berflein es diseñadora gráfica y guía de Turismo, y la combinación de estas dos profesiones la llevó a especializarse en el arte urbano. Ella refiere “lo que más me gusta del arte urbano es que está al alcance de todo el mundo y no de una elite. Sólo hay que recorrer las calles y descubrir los colores, las texturas, los mensajes detrás de cada obra. El artista urbano trabaja al aire libre, su contacto con el público es directo. Los vecinos del barrio viven el proceso de creación de la obra y participan con sus miradas y comentarios. La obra le pertenece al artista y a cada transeúnte que recorre el barrio. El hombre pinta sus muros desde la prehistoria. Es su forma de comunicarse, de expresarse, y de transmitir emociones, estén éstas cargadas de alegría, tristeza, amor o protesta. A través del arte urbano se cuentan historias, se educa, concientiza y denuncia. La gente que se detiene y observa se vuelve parte de la experiencia”. El desafío de Grace con sus visitas de arte urbano es generar otra mirada hacia los lugares por los que tantas veces pasamos apurados y no percibimos que en muchas de esas paredes hay verdaderas obras de arte.
¡Pasen y vean!
(1) https://blogs.iadb.org/ciudades-sostenibles/en/author/opheliec/
Ph: Ig @chiari_diego