Caleidoscopio
La separación y la pérdida ambigua
Lic. Nicole Harf
Es un trabajo arduo afrontar una separación. La duración del vínculo, el momento de la vida en el que se encuentran las personas implicadas y la presencia de hijos complejiza ese proceso. En el caso de los matrimonios la separación, entendiendo a la misma como la desvinculación emocional y física de una pareja, muchas veces antecede al divorcio que supone la disolución legal del matrimonio e involucra aspectos tan amplios como la custodia de los hijos, la rutina familiar, la división de bienes y acuerdos económicos, entre otros.
Las personas cambiamos pero funcionamos con una estructura relativamente estable. Los miembros de la pareja mantienen entendimientos explícitos e implícitos sobre aspectos tan variables como qué es descansar, el lugar de la familia nuclear y extensa o como se llevan a cabo rutinas cotidianas. Esa construcción admite variaciones personales y de la evolución de la pareja a lo largo del tiempo incluyendo en muchos casos el nacimiento de los hijos y la necesidad de acomodamiento de nuevos momentos vitales de la familia. Quizás el momento más confuso y desolador del proceso de la separación sea el período en el que el otro ya no es un ser familiar para uno. Ese tramo puntual de la separación puede darse mucho antes de que uno pueda verbalizar ese registro. Emergen sensaciones e ideas sobre la otra persona de la pareja en donde el otro hace, dice y expresa aspectos que no son percibidos por uno del mismo modo que antes. Esos entendimientos comienzan a resquebrajarse no en aspectos accesorios o superficiales sino en dimensiones más estructurales. El cambio no necesariamente ocurre en el que percibe esa falta de familiaridad sino que puede ser de cualquiera de los dos actores de la trama. Lo que quiero subrayar es que la comodidad y la cercanía con el otro comienza a disolverse.
En la letra de Somebody that I used to know (Alguien a quien creía conocer) de Gotye se refleja la decepción de él por la conducta de ella sobre como terminaron y verbaliza el dolor por ello. Él le critica haber sido dura, actuar bajo y negar la relación. Muchas veces pensé cuál sería la separación ideal. Y pensando en este desacople de la pareja se me vino a la mente un libro que leí hace muchos años “La pérdida ambigua” de Pauline Boss (*) que me impactó muchísimo. El libro habla de duelos complejos y describe esencialmente dos escenarios: cuando la persona no está físicamente pero es percibida como presente psicológicamente y cuando la persona está físicamente pero se la percibe como ausente psicológicamente. El primer escenario supone la inseguridad acerca de la vida o muerte de la persona: personas desaparecidas, raptadas o perdidas. El segundo escenario se relaciona con las personas con demencia que ya no son quienes eran y las personas con enfermedades mentales crónicas. Ambos escenarios suponen un desafío para las personas por la ambigüedad de la pérdida. Es en este punto en donde el concepto de pérdida ambigua vino a mi mente al pensar las separaciones.
En las separaciones existe un período en donde no hay claridad sobre el lugar del otro. A diferencia de la muerte en donde el otro no está más, no es accesible, en las separaciones no sólo que está presente sino que parte del trabajo que realizan las personas que se separan es reubicar al otro en un nuevo lugar. Si en ese proceso hay involucrados hijos en común la pareja parental debe redefinir qué es familia para cada uno. Esto supone para cada miembro abandonar una definición absoluta y definitiva de familia y redefinir qué es lo que en cada situación es beneficioso para ese grupo. Muchas veces los tiempos de duelo no cursan de modo parejo y en las separaciones se presentan dificultades asociadas a los conflictos que existían durante la relación. Los límites hacia el otro, las pertinencias individuales y las de la pareja parental y las responsabilidades son temas muy tratados en el trabajo de duelo durante las separaciones. Y vale la pena el esfuerzo porque de ese trabajo depende, en gran medida, que la separación del otro sea no sólo física sino afectiva.
(*)” La pérdida ambigua: cómo aprender a vivir con un duelo no terminado” Boss, Pauline, 2001, Ed. Gedisa, Barcelona, España.
Imagen: Las dos Fridas (1939), Frida Kahlo